En el conflicto de la Escuela de Derecho, los distintos actores, incluido el Sr. Decano, coinciden, más allá de sus posturas e intereses, en la necesidad de regularizar la situación del Claustro Académico, y en la urgencia de definir e implementar más y mejores políticas institucionales para las labores de extensión e investigación. Sobre ello, deseo manifestar mi agradecido reconocimiento a los grandes responsables de lo que, espero, será una reforma (o revisión, si se prefiere) que contribuirá al mejoramiento de la Facultad: los alumnos.
Parte de la grandeza de Escuela, sin duda, reside en sus estudiantes y, en esta ocasión, es su proceder el que ha empujado las circunstancias hasta el punto que distinguidos profesores, junto a parte del mismo alumnado, han generado las instancias de colaboración para planificar dichos propósitos por medio de grupos de trabajo que, entiendo, se encuentran en funcionamiento. Sin petitorio ni toma, probablemente, las buenas intenciones de muchos seguirían siendo sólo eso, al menos por algún tiempo.
Sobre los demás aspectos del conflicto no me pronunciaré: espero sí que, al final del día, la resolución sea las mas justa y beneficiosa para la Escuela. Sólo quiero destacar y reconocer que el motor del cambio (si este se produce, como deseo), debemos ubicarlo entre los estudiantes. En buena parte, son ellos los que hacen de nuestra Facultad la más importante del país y sus acciones, aún no compartiéndolas plenamente, en nada ha mermado el legítimo y justificado orgullo que siento de pertenecer a la Escuela de Derecho de la Chile, que seguirá siendo lo que siempre ha sido, precisamente, porque sus estudiantes tienen voz, opinión y voluntad.
Boris A. Muñoz García
Profesor Invitado de Clínicas Jurídicas